Frases Aleatorias

Crónicas de Spyra. 3- Ha vuelto (segunda parte)

Tercer capítulo, seguimos conociendo un poco más a Phobos Steelheart, Guerrero de Marte. Espero que se vea que, a pesar de todo a lo que se enfrentan... aún son muy niños todos :) La escena del final tiene un huequito especial en mi corazón.

2. Ha vuelto (segunda parte).

  Las piernas de Phobos volaron sobre el lecho del bosque. A su lado, las brutales zancadas de Runak resonaban tanto contra el suelo que le extrañaba que no lo resquebrajara. Se recordó que ya no era de hielo el suelo que pisaba.
  Una exclamación le hizo girarse, y soltó una maldición. Asshai se había quedado atrás...
-          ¡Sube!- dijo el filo con su profunda voz, deteniéndose extendiendo una mano hacia ella.
  Antes de que Phobos reaccionase y se detuviera, la niña saltó a su mano, codo y se lanzó a abrazar la nuca del filo; Runak reanudó su carrera a largas zancadas mientras Phobos esprintaba para recuperar su velocidad perdida.
-          ¡Gracias!- la oyó decir.
-          ¡¡Deprisa!!- les gritó Naussyca mirando hacia ellos asustada- ¡¡Están muy serca!! 
  Lo sabían. Aunque al mirar atrás las sombras del bosque velaban a sus enemigos de su vista; no lo hacían de sus oídos: el crujir del suelo del bosque y las respiraciones trabajosas salpicadas de gruñidos estaban muy cerca de sus espaldas.
  Phobos gruñó, maldiciendo para sus adentros. De haber estado solo, se hubiera girado y los hubiera encarado con su ridículo martillito; pero con Naussyca y Asshai allí...
  Salieron del abrigo de los árboles y se encontraron con la arena y el mar, la luna brillando sobre el agua. Phobos miró a su izquierda, por allí podrían seguir la línea de costa hacia el asentamiento... pero salieron sombras de la floresta que les cortaban aquella dirección.
-          ¡Por aquí!- gritó, girando hacia el sur, alejándose más de una posible ayuda.
  Corrieron, allá donde el agua se funde con la arena y el suelo es menos traicionero que la arena suelta. Naussyca volaba delante, mirando continuamente hacia atrás, hacia los lados; su rostro demudado por el miedo. Phobos vio que más adelante, la costa terminaba en un cabo y la playa volvía a retroceder hacia el asentamiento al otro lado del bosque. Si conseguían dar la vuelta, podrían regresar y llegar hasta los guardias manteniendo detrás a sus perseguidores; no dudaba que tanto él como Runak pudiesen mantener aquel ritmo lo suficiente como...
-          ¡¡Aah!! ¡¡Vienen más!!- oyó decir a la grifo.
  Cuando los árboles del final del bosque se apartaron de su vista, vio cómo también de aquel lateral procedían enemigos. Allí, sin el obstáculo que suponía el bosque, la luz de la luna alcanzaba todo claramente; y Phobos vio que sus perseguidores eran en efecto duelars... y que eran muchos. Si había tantos enemigos tras ellos como los que venían por allí, ni él solo ni con la ayuda de Runak hubiera podido enfrentarlos sin ser sobrepasado. Eran demasiados.
  Enemigos tras ellos, enemigos también al frente.
-          ¡¿Qué hasemos?!- chilló Naussyca con una nota de histeria en la voz.
-          ¡Al agua! ¡Todos al agua!- exclamó el Guardián de Marte.
  Quizá aquellas criaturas de tan sólo dos extremidades no supiesen nadar, quizá sólo los seguirían andando hasta donde el agua les cubriese; y tanto Runak como él eran bastante más altos que ellos...
  Se encontraron con las olas a grandes zancadas, salpicando en todas direcciones agua que en aquella oscuridad parecía negra.
-          ¡¡Iiiii!!- chilló Naussyca aleteando nerviosa- ¡En el agua!
-          ¿Qué?
-          ¡¡Hay algo en el agua!!
  Phobos notó cómo algo le agarraba de una pierna, y con un grito retrocedió bruscamente. El agarre lo soltó, pero él no paró de retroceder; y miró atrás en busca de una salida. Enemigos por un lateral, por el otro; el oscuro bosque en medio. Algo le rozó la pierna bajo la oscura superficie, oyó a Runak emitir una exclamación de alarma.
-          ¡¡Al bosque!! ¡Al bosque, al bosque, al bosque!
  Salieron a trompicones del agua, al mirar atrás creyó distinguir una masa oscura salir del agua para verles alejarse.
  Alcanzaron la playa poco antes que los duelars, que emitieron sonidos de triunfo al verse a unos metros de ellos. Corrieron con todas sus fuerzas, Runak rugiendo, Naussyca chillando, mientras Phobos aceleraba todo cuanto le permitían las piernas. Le pareció que ganaban algo de terreno...
  Y de pronto; los gruñidos, los jadeos, las ramas rotas; quedaron atrás. Segundos después de que Phobos tan sólo oyese las zancadas de Runak, los aleteos de Naussyca y su propia respiración; miró atrás.
  Nada.
-          ¡Ya no están!- dijo.
-          ¿Qué?
  Sus perseguidores ya no estaban tras ellos.
  Naussyca gimió y aterrizó en el bosque, ante lo cual Phobos bajó el ritmo hasta detenerse y volvió rápidamente hacia ella. Su vista escudriñaba la floresta, y sus piernas estaban en tensión, listas para volver a echar a correr si era necesario. Runak también se detuvo y volvió hasta ellos andando. Naussyca estaba arrodillada en el suelo, jadeando, sus alas caían desplegadas y lánguidas hacia el suelo. 
-          ¿Estás bien?- preguntó a la grifo.
-          Sí... Cansada...
  Se quedaron un momento allí, escudriñando la oscuridad, pero ni un solo sonido les rodeaba. Asshai bajó de un salto de la espalda de Runak, su daguita en mano.
-          No están- dijo Runak, la sorpresa y confusión de su voz no se revelaban en su rostro.
-          No puede ser- dijo Asshai- No bajéis la guardia.
  Todos miraron en todas direcciones, tan sólo rodeados por la oscuridad y los árboles.
 
 
 Asshai miró hacia atrás, pero efectivamente, parecía que nadie les seguía. Su mente no paraba de preguntarse, ¿por qué? ¿Por qué detener una persecución tan de repente? ¿Habían llegado a alguna zona especial? Quizá estaba protegida de alguna forma mágica… Pero su mente desconfiada le dio otra posible respuesta: ¿acaso sus perseguidores les habían hecho ir a propósito hacia…?
-          ¡Ah!- exclamó de pronto.
 Un estallido de dolor en su antebrazo izquierdo la hizo gritar y llevarse la mano hasta él. Lo notó húmedo y caliente, y alarmada alzó la mano para mirarla.
 Sangre.
  Inmediatamente se deslizó en las sombras y se escondió tras el tronco de un árbol. No había visto el ataque, no sabía de qué dirección venía; escudriñó su alrededor sin abandonar su refugio, pero no vio nada.
-          ¡Cuid...!- empezó a decir.
  Pero cuando se giró para alertar a sus compañeros, ya no estaban.
“¿Qué…?”
  El dolor residual del corte empezó a aumentar mucho de repente… como si alguien estuviese apretando la herida. Gruñó y, sin comprender nada, intentó mirarse la herida en la oscuridad. No consiguió ver nada hasta que alzó el brazo a la luz de la luna llena.  
 Algo… sobresalía de la herida.  Lo notaba hundido hasta el hueso, y dolía. Pensó que sería algún tipo de proyectil que había quedado incrustado, pero… era redondeado. Estaba ensangrentado en parte, pero a la luz de la luna parecía blanco. No identificando el arma, la tocó con un dedo.
 Estaba blando.
 Se movió.
-          ¡Aaah!- gritó alarmada.
  Lo miró. Se… s-se estaba moviendo... Hacia un lado de la herida... Hacia el otro…
  Lo notaba moverse por dentro de su carne.
  El movimiento abría los extremos de la herida. El proyectil empezó a crecer…No. No estaba creciendo. Estaba…
 Saliendo hacia afuera. Reptando entre su ensangrentada carne hacia fuera.
-          ¿Q…? ¿Qué es esto…?- musitó, respirando agitadamente, su voz aguda por el miedo.
  Algo estaba… ¡saliendo del interior de su cuerpo!
“Calma. Calma, calma, calma. ¿Qué es? Dioses, ¿qué es? ¿Un parásito? ¿Un gusano? ¿Pero cómo…? Por Shiva, ¿cómo puede ser...?”
  El corazón le bombardeaba el pecho, se miraba el brazo boquiabierta, horrorizada. Ensangrentado, avanzaba… Alargado, como un gusano. Asustada y cada vez más nerviosa, hizo acopio de valor y lo agarró con la otra mano.
  Blando. Muy blando. Como la carne muerta de hace tiempo y putrefacta.
  Cuando lo tocó, empezó a moverse como loco; y apartó la mano horrorizada. Como un parásito hambriento y furioso, empezó a doblarse una y otra vez hacia abajo por dos partes duras… revelando hacia ella una uña ensangrentada.
 Un dedo.
 Un dedo humano muerto, gris, oscurecido allá donde la putrefacción lo había marcado; su uña rota, sucia y enverdecida.
  Emitió un alarido, aterrorizada, cayó sentada al suelo. El pánico y la incredulidad le bloqueaban la mente. El dedo se movía salvajemente en todas las direcciones que le permitían los nudillos.
  Y cuando salió del todo, se puso a clavar ansiosamente su uña en la piel circundante, arañando sin piedad, rasgando la piel y haciéndola sangrar.
-          ¡¡Aaahhhh!!
  Bloqueada, gritaba de confusión, miedo y horror.
  El estómago se le dio la vuelta cuando notó otra punzada de dolor en el dorso de su otra mano.
  Al mirarla, vio que de una herida salía algo que se movía.
  Empezó a gritar sin parar, histérica.
  Lo intentó agarrar para arrancárselo. Aún no había salido lo suficiente: se arañó desesperadamente el dorso de la mano.
 Intentó coger el dedo de su antebrazo. Con un asco horrendo consiguió apresarlo, pero al tirar de él un dolor atroz le recorrió el brazo entero: ¡lo sentía arraigado en su mismo hueso! Tuvo que dejar de tirar.
  Notó heridas abrirse en su pecho.
  En una de sus piernas.
  En su mejilla. Al tocarse la cara, la sintió húmeda y caliente, ensangrentada; con algo que salía hacia fuera.
-          ¡¡Aaaaahh!! ¡¡¡Aaaaaaaaahhhhhhhh!!!!
  

  Naussyca alzó la vista, jadeando; aún de rodillas en el suelo. No estaba acostumbrada a volar tan rápido... No sabía que podía volar tan rápido, de hecho. Ansiosa, escudriñó la oscuridad tras ellos en busca de sus perseguidores.
  Su garganta se cerró.
  Intentó emitir una exclamación de sorpresa, que murió en su garganta, mientras se llevaba una mano al cuello. No tenía nada en torno a él, pero dentro de ella su tráquea estaba oprimida fuerte y definitivamente, sin remisión.
"¿Qué...?"
  Confusa, aterrorizada; intentó respirar, intentó gritar, se giró a pedir ayuda a sus compañeros.
  Y vio que estaba sola. Sola, en mitad del bosque.
  El miedo hizo presa de ella. Nadie iba a ayudarla. Se iba a ahogar, se iba a morir; sin que pudiese hacer nada. Sola.
  El corazón se le volvió loco mientras se palpaba el pecho y el cuello, buscando ansiosamente la fuente de su sufrimiento, pero estaba fuera de su alcance... Aún de rodillas, arqueó la espalda hacia arriba boqueando desesperada. Intentó emitir un chillido, lágrimas cayendo de sus ojos. Los pulmones le ardían...
 
 
  Runak emitió un rugido de sorpresa y alarma al caer de bruces contra el suelo. Confuso, miró hacia atrás.
  Le habían arrancado las piernas.
  Al mismo tiempo en que su cerebro registraba lo que sus ojos veían, la oleada de dolor llegó hasta su conciencia; y comenzó a bramar de agonía. Sus dos piernas ya no estaban, ni unidas a él ni por ninguna parte; y sin embargo su tronco desgarrado en su parte inferior no sangraba. Se giró, quedando sobre su espalda y mirando hacia abajo sin comprender...
"¿Qué...? ¿Qué demonios está pasando?"
  Notó un cosquilleo desagradable en sus manos, y creyéndolas recubiertas de insectos, miró hacia una de ellas.
  Su piel de corteza parecía derretirse, adquiriendo una textura... más humana. Más de piel humana. Pero no era placentero. Notaba su piel deshacerse por dentro, morir; y también sus músculos y sus huesos, y los notaba llorar de horror y agonía. Dolía. Dolía más que nada que recordase que le hubiera pasado.
  Gritó. En mitad de la oscuridad, bramó en la noche; de dolor, confusión, miedo e impotencia. Ni siquiera recordaba que hacía unos momentos había estado acompañado.
  Aquella horrible sensación de cambio y muerte comenzó a ocurrir también allí donde antes se habían unido sus piernas a él. Los extremos desgarrados se fundieron para unirse como si nunca hubiera habido nada unido a ellos, y su abdomen empezó a cambiar también. Rugió de horror y asco al notar sus vísceras retorcerse, enfriarse, morir, y deshacerse en cenizas viscosas dentro de él. Sus brazos empezaron a hacerse más largos, algo deformes...
  Y de súbito, comprendió lo que estaba pasando.
  Se estaba transformando en un duelar.
  En algún lugar de su cabeza donde aquello tenía sentido; comprendió que los duelars se creaban así. Que antes habían sido personas pero que algo... o alguien los hacía medio morir, y cambiar, y que acababan siendo aquellas grimosas criaturas.
  Supo que en muy poco tiempo, sería otro duelar más.
  No sabía por qué.
  Pero sabía que no podía hacer nada por evitarlo.
  Gritó, su horror y miedo más fuertes; mientras aquella horrenda transformación le daba unos brazos asquerosamente largos y fuertes. Sus pulmones ardieron dentro de él y los notó hacerse jirones; su corazón se quedó seco y tieso, crujiendo durante sus últimos latidos desesperados...
 
 
"No sé dónde demonios están, pero quedarnos aquí es bueno si hay duelars rondando", pensó Phobos, "Cogeré a Naussyca y correremos hasta los guardias..."
  Pero de pronto, estaba de pie sobre las ramas de los árboles.
  Boca abajo. El suelo estaba debajo de él.
"¿Eh?"
  Miró a su alrededor, confuso, mientras una horrible sensación de aprensión hacía presa de su pecho sin que él comprendiese por qué. Bajo él, el suelo empezó a volverse borroso, a moverse...
  Pero un frío súbito le recorrió todo el cuerpo, le acarició el rostro, le dejó la mente en blanco por un momento, y después desapareció mansamente... para quedarse un instante resonando dentro de su bolsa, su trozo de hielo emitiendo leves pulsos de frío hacia él.
  Estaba de pie en el suelo, normal, sin cambios extraños.
"¿Qué demonios...?", pensó, sin comprender nada.
  Pero de pronto su cerebro registró que estaba oyendo a sus compañeros gritar. Los chillidos de Asshai cortaban el aire, mientras los bramidos de Runak hacían temblar la tierra.
  Se sobresaltó y se giró hacia Runak, que yacía sobre su espalda rugiendo, mirándose el ombligo como si un caminante blanco le estuviera saliendo de las tripas. Corrió hasta él, alarmado, pero...
  Pero no le pasaba nada más. Se arrodilló a su lado, buscando heridas, pero no vio nada. El filo se miraba con ojos distantes, sin mover las piernas pero agitando violentamente los brazos.
-          ¡Runak! ¡¡Runak!! ¿Qué te pasa, qué...? ¡Woah!
  Tuvo que retroceder de un salto para que uno de los aspavientos del filo no le partiera la cara, y sentado en el suelo le miró confuso.
  Volvió la vista hacia Asshai, que estaba de rodillas en el suelo. Estaba llorando y gritando presa del pánico. Su rostro lloraba sangre, se lo había desgarrado con las uñas. Así como sus manos, y sus antebrazos. Horrorizado, la miró unos instantes inmóvil...
  ... hasta que la vio coger su daga.
-          ¡¡Eh!!- exclamó, levantándose a trompicones.
  Corrió hasta ella a toda velocidad y se lanzó a agarrarle el arma antes de que la hincase en su propio brazo, como parecía tener mucha intención de hacer. La niña gimió y forcejeó con él para poder conseguirlo, hasta que le consiguió retorcer la muñeca, arrebatarle la daga y lanzarla lejos. 
-          ¡Pero qué haces! ¡¡Asshai!! ¿Qué cojones estás haciendo?- le gritó sin soltarle la muñeca, pero ella parecía mirar en su dirección, pero no verle. Le gritó fuertemente a la cara- ¡¡Asshai!!
  Sólo ante aquello pareció la niña reaccionar. Dejó de llorar y gimotear un momento y alzó sus ojos llenos de lágrimas y miedo hacia él. Phobos vio que, más que sus propios arañazos, lo que sangraba de verdad en su rostro era un feo corte que tenía en la mejilla. Ella le miró, pero su mente parecía muy lejos de allí.
-          Qui... Quítamelos... Quítamelos...- gimió.
-          ¿Quitarte el qué?
  La niña bajó la vista de nuevo hacia sus brazos, y cualquier atisbo de calma que hubiera podido recuperar lo perdió de nuevo; empezando a gritar otra vez como una histérica. Confuso, la soltó; y ella encogió los brazos sobre su estómago para hacerse un ovillo sollozante.
"Se le ha ido la cabeza", pensó bloqueado, "A los dos..."
"Naussyca", pensó de pronto, "¿Dónde está Naussyca?"
  Miró a su alrededor, y la vio arrodillada en el suelo. No estaba gritando. Pero estaba abriendo la boca desesperadamente, y se llevaba una mano al cuello con una expresión de dolor.
  Como si... ¿se estuviera ahogando?
-          ¡Naussyca!- exclamó, corriendo a arrodillarse a su lado.
  Como sus otros compañeros, ella tampoco pareció verle. Mientras la llamaba y le intentaba ver el cuello, donde no tenía nada; la pequeña grifo emitía gemidos entrecortados mientras lágrimas caían de sus ojos.
  Con la angustia por sus compañeros y la confusión por la situación hirviendo dentro de sí mismo, Phobos miró a su alrededor; a sus compañeros caídos, al bosque que los rodeaba...
  Y le vio.
  Frente a todos ellos había una figura. Estaba envuelta en una túnica azul oscuro, del color del cielo anocheciendo; que brillaba y fluía como si su textura fuera líquida.
  Aquel tipo estaba flotando a tres metros del suelo. Y no tenía rostro.
  Mientras Phobos le miraba boquiabierto, lo vio inclinar su rostro plano hacia él; aunque no tenía ojos, juraría que le estaba mirando. Y sintió sobre él...
  ...algo que fue rápidamente sustituido por un impulso procedente de su trozo de hielo, una ola que le puso la piel de gallina y le provocó un escalofrío; para después volver a permanecer dentro de su bolsa, pulsando. Aquel tipo ladeó la cabeza, como quien hace alguien confuso.
  El Guerrero de Marte miró a sus compañeros y de nuevo a aquel desconocido, y comprendió: era él quien había provocado aquello, fuera lo que fuera.
-          ¿Quién eres?- bramó levantándose hecho una furia- ¿Qué quieres?
  Un escalofrío de incomprensión le recorrió al oír que, incluso sin labios ni boca, una risa baja y cruel emanaba de él.
  Al tiempo que reía, Naussyca tomó una bocanada de aire desesperada y Asshai y Runak dejaron de gritar. Phobos se arrodilló junto a la grifo y le puso una mano en la espalda mientras tomaba aire a gimientes bocanadas, temblando. Miró atrás y vio que filo e Hija de la Serpiente alzaban la vista confusos. Asshai tenía el rostro demudado de dolor, y apoyada en el suelo con las manos alzaba la cabeza débilmente. Runak se quedó temblando un momento, antes de levantarse mirando a aquella figura.
  Que abrió los brazos y, sin boca ni labios, declaró ominosamente:
-          Yo soy Dante… ¡Uníos a mí!
  Phobos le miró boquiabierto. Dante... ¿Dante? ¿Del que habían hablado en clase? ¿El que había liderado un ejército entero, desafiado al Imperio, y destruido pueblos enteros y más de una torre de invocación?
  La ira ardió dentro de él. Aquel tipo venía y volvía medio locos a sus compañeros y les hacía daño, y ahora les decía que se fueran con él. Amenazándoles como si fueran gente débil que no estuviese dispuesta a morir por hacer lo correcto. Él era un Guardián de Marte, un protector del pueblo, de los débiles e indefensos...
  Y pensaba morir antes que trabajar para un tipo que había intentado moldear al mundo a su gusto destruyendo todo lo que se le interpusiera en el camino.
-          ¡Jamás!- gritó.
  El tipo le miró (aunque no tenía ojos, estaba seguro) un instante antes de extender bruscamente una mano al frente: Asshai emitió un grito desgarrado de dolor. Al mirarla Phobos vio sangre salpicando el aire, a la niña gemir de dolor y doblarse sobre sí misma.
  De pronto se le cruzó por delante Runak cargando y rugiendo hacia Dante, en su rostro y su lamento un odio y una sed de sangre que lo sorprendieron y bloquearon un instante. El enorme filo corrió mientras el tipo sin rostro alzaba mansamente una mano extendida hacia él...
  ... y sin que Runak variase ni su velocidad ni la expresión de su rostro, sus pasos viraron hacia Naussyca.
-          ¡¡No!!- exclamó el muchacho, corriendo a interceptarlo.
  Runak alzanzó a coger a Naussyca y alzarla en el aire, mientras ella chillaba fuertemente, pero antes de que la estrellase contra el suelo Phobos cargó con el hombro contra el filo y le hizo perder el equilibrio. Ambos cayeron al suelo.
-          ¡Naussyca!- gritó Phobos, levantándose y yendo hacia ella.
  Seguía en la mano del filo, que miraba confuso a su alrededor. Emitió una exclamación al ver a la pequeña filo en su mano, y la abrió lentamente.
  La pequeña estaba inconsciente, y había sangre manchando su plumaje terroso.
  Phobos la miró horrorizado. La grifo era una criatura muy delicada, su cuerpo del mismo tamaño que el puño del enorme filo. Al apoyar una mano en su pecho, notó cómo subía y bajaba, por lo que tenía que estar viva aún. Por suerte no la había estrujado demasiado.
  El filo rugió de rabia, dolor y odio; y se levantó de nuevo mirando a Dante...
  Para girar sobre sí mismo y disponerse a descargar un puño sobre la grifo caída.
  Phobos se tiró sobre Naussyca, la abrazó, y rodó lejos del alcance del puño de Runak justo a tiempo.
-          ¡¡Runak!! ¡¿Qué cojones estás haciendo?! ¡¡Dioses, vas a matarla!!
  El filo jadeó, mirando su puño confuso; le miró, y vio a Naussyca en sus brazos. Su rostro se demudó de rabia de nuevo.
  Rugió, larga y furiosamente... Pero esta vez en lugar de cargar hacia la pequeña grifo, pareció quedarse extrañamente en el sitio con los puños apretados. Phobos vio cómo tras él, el tipo sin rostro hacía un ademán distinto con la mano.
  Y el filo se dio a sí mismo un puñetazo tan fuerte que cayó de rodillas al suelo. Boquiabierto, vio cómo Runak rugía de rabia, alzaba el puño y con todas sus fuerzas se golpeaba brutalmente el estómago. El filo se dobló sobre sí mismo, dolorido, bramó de nuevo... y se volvió a pegar en la cara.
  Phobos, bloqueado, tomó en brazos a Naussyca (no se atrevía a volver a dejarla en el suelo con Runak tan fuera de control) y le miró unos instantes; hasta que un gemido débil le llamó la atención. Más allá, Asshai se desplomó de lado sobre la hierba. Con la grifo en brazos, corrió hacia ella y se arrodilló a su lado; caía de cara contra el suelo. La giró.
  La luz de la luna iluminó su pecho y su rostro, revelando brillos húmedos escarlata.  Vio que tenía nuevas heridas en el rostro, y que también tenía cortes en los brazos. Se miró la mano con la que la había girado: estaba ensangrentada. No sabía cómo, pero Asshai estaba repleta de cortes sangrantes por todas partes. Sus ojos estaban débilmente entreabiertos, y Phobos fue muy consciente de lo pequeña y débil que era... se estaría desangrando. 
-          ¡¡Déjales!!- exclamó el Guardián de Marte furioso hacia la figura- ¡¡Para, déjales en paz!!
  Tan sólo recibió una cruel risa como respuesta.
  Dejó a Naussyca en el suelo y con un rugido, saltó sobrehumanamente y atacó a Dante.
  Su martillo blandió la nada.
  Confuso, miró hacia atrás tras aterrizar. Su enemigo estaba en el mismo lugar que antes, pero por alguna razón, su arma no le había alcanzado. Rugió de nuevo, y volvió a atacar.
  Y volvió a fallar.
  Phobos rugió de impotencia y miró a sus compañeros. Runak yacía débil en en suelo, pero seguía recopilando fuerzas para darse nuevos golpes. Naussyca no se movía. Ni Asshai.
-          ¡¡Ayuda!! ¡¡Socorro, socoro, que alguien nos ayude!!- gritó el muchacho.
  No sabía qué más hacer. Runak iba a golpearse hasta matarse. Asshai, a desangrarse; y aunque Naussyca no estaba empeorando, aquello cambiaría cuando a aquel tipo le diera la gana; si podía volver a provocar que se ahogara.
-          ¡¡Ayuda!!- gritó, y volvió a cargar.
  Esta vez Dante alzó una mano hacia él, y por alguna razón sus pies se detuvieron a mitad de carrera. Notó el frío ascendiendo desde su bolsa por su costado... y un peso horrible sobre su cabeza y sus hombros, y sobre su mismo cerebro.
-          ¡Uughn!- gimió, hincando una rodilla en el suelo y soltando el martillo.
  Notó el peso aplastante y el revigorizante frío batallar dentro de sí, uno retrocediendo donde el otro avanzaba...
  Hasta que una voz llena de furia y confianza, como la orden de un jefe de clan curtido en la batalla, con la fuerza y el poder de quien tiene un ejército tras él; resonó en el bosque.
-          ¡¡Deja a los niños en paz!!
  El aire vibró con aquella voz y la frase reverberó unos instantes en la oscuridad, el eco de su final repitiéndose al menos dos veces en el silencio de la noche.
  Phobos respiró de pronto sin problemas, el peso desaparecido, y alzó la vista. Había alguien frente a él. Tardó unos instantes en reconocerle de espaldas. 
-          ¡Gilderoy!- exclamó.
  El viejo no se giró, y Phobos vio que se había interpuesto entre ellos y Dante. Y que Runak había dejado de pegarse, y yacía jadeando en el suelo. El muchacho cogió de nuevo su martillo y se levantó, sin tener claro si podría hacer mucho con él pero no yendo a cejar en su empeño. 
  El tipo sin rostro emitió un gruñido y alzó la mano hacia Gilderoy. El anciano apretó los puños a ambos lados de su cuerpo y no hizo otro movimiento visible; pero de pronto la cabeza sin cara de Dante se echó bruscamente hacia atrás, como si alguien le hubiese abofeteado. Entonces el viejo Gilderoy llevó hacia atrás una de sus manos y la alzó en un rápido arco hacia delante.
  Una lanza de llamas surgió en el frío aire de la noche y voló hacia la figura, estrellándose contra su túnica; mientras Phobos miraba boquiabierto.
  Dante gruñó contrariado; no parecía haberse quemado y por la posición de sus hombros y sus puños apretados, parecía enfadado. Puso ambas manos frente a su pecho con los dedos arqueados, como si agarrase algo; y con un grito y el impulso de sus hombros pareció lanzarles algo muy pesado.
  Gilderoy gruñó y retrocedió un par de pasos, casi dándose con él, para después hincar una rodilla en el suelo. Un segundo después, un golpe invisible llegó a Phobos, quien trastabilló y cayó al suelo sobre rodillas y manos.
-          ¡Phobos...!- oyó gruñir a Gilderoy- ¡Márchate!
  No podía. Algo le pesaba muchísimo sobre la cabeza, la nuca, los hombros, la espalda. Gruñó con el esfuerzo de intentar levantarse, pero el peso no hizo más que aumentar, y sintió que sus fuerzas se deshacían. El frío de su piedra pulsó un par de veces, pero no parecía servirle ahora.
  Oyó a Runak lanzar un gruñido de protesta, y a Gilderoy desplomarse sobre el suelo. A duras penas alzó la cabeza, para ver aún sobre todos ellos a aquella figura flotante, mientras se le nublaba la vista. Su despectiva risa resonaba por todas partes...
 
 
  Tiritaba. Un frío helador le recorría todo el cuerpo y le alejaba paulatinamente de un sueño profundo. Con un gruñido, Phobos abrió los ojos.
  Le costó entender dónde se encontraba. Le dolía la cabeza y estaba tan aturdido que no recordaba nada de lo que le había pasado. Por unos momentos estuvo convencido de que estaba de nuevo en casa, que se despertaría en mitad de una explanada de límpido y hermoso hielo; medio congelándose por no haber encontrado cobijo.
  Pero estaba tirado en el suelo de un bosque. Al levantar la cabeza, notó que se le habían pegado sucias hojas y ramitas a la cara, y se las quitó con confusión. Mientras la sensación gélida abandonaba su cuerpo para viajar hacia su trozo de hielo y después desaparecer, se incorporó y miró a su alrededor.
  Sus compañeros, y Gilderoy, estaban tirados por el suelo.
  Y se acordó de todo.
  Se apresuró a llegar hasta el anciano y verificar su estado. Miró a su alrededor, alerta, pero no había duelars por los alrededores. El tipo sin rostro había desaparecido.
-          ¿Gilderoy? ¡Gilderoy!- dijo mientras zarandeaba suavemente al anciano.
  Gilderoy emitió un sonido de queja y se incorporó. Miró a los otros caídos, a donde había estado el tipo sin rostro, y Phobos vio por un momento rabia arder en sus ojos.
-          ¿Tú estás bien, Phobos?
-          Sí...
  El anciano asintió y se levantó. Phobos hizo ademán de ayudarle, pero denegó su apoyo con un gesto y se alzó sin problemas. Se apresuró a acercarse a los caídos y echarles lo que pareció un simple vistazo.
-          ¿Qué ha pasado, Gilderoy?
-          Qué va a haber pasado, muchacho. Os han atacado. Coge a Asshai y a Naussyca- dijo mientras se volvía hacia el asentamiento con la mirada perdida.
-          ¿Y Runak?
-          Ellas son las que están en peor, y ni tú ni yo podemos llevarlas tanto a ellas como a Runak.
-          Pero... ¿le vamos a dejar aquí?
-          Tranquilo. Ya viene más ayuda de camino- dijo volviendo la vista hacia él, una seguridad de hierro en su voz.
  Confuso, pero sabiendo que el tiempo apremiaba; el Guardián de Marte tomó con cuidado a las dos pequeñas, cada una bajo un brazo, y tanto él como el viejo Gilderoy echaron a andar hacia el asentamiento con paso apresurado. El anciano no corría, pero tenía un paso ligero que Phobos no había visto en otros ancianos de allí del sur. 
  No habían llegado a mitad de camino cuando se llegaron hasta ellos un grupo de personas: Phobos reconoció al bardo Laroche, a la pescadora Clarisse, y a varios hombres de la guardia.
-          Por allí- indicó Gilderoy señalando el lugar del que venían.
  Phobos vio sorprendido cómo el grupo iba en busca de Runak, mientras se preguntaba confuso cómo se podían haber enterado tan rápido, y cómo les habría avisado Gilderoy... antes de apresurarse a continuar tras él.
  El resto de la noche fue rápida y confusa. Tras llegar corriendo al asentamiento, provocando un revuelo increíble entre los aldeanos (exclamaciones, gente gritando, llamando a voces a los suyos y reuniéndolos a ver si estaban bien... como si nunca los hubieran atacado), Gilderoy le mandó sentarse; y en cuanto se relajó al ver que empezaban a cuidar de las pequeñas y que traían a Runak entre varios...
  ... se dio cuenta de que estaba muy, muy cansado. Los pensamientos le iban despacio, y tampoco tenía muchas ganas de prestar atención a lo que pasaba a su alrededor. En algún momento Gilderoy le dijo algo de que era normal y que sólo tenía que descansar. Sin embargo, no quería irse a dormir hasta ver que los demás estarían bien.
  Cuidaron primero de Naussyca y Asshai. La grifo no se movió mientras le miraban las heridas y empezaban a darle potingues, y se acercó preocupado a mirar. Estaban fuera del barracón donde dormían todos, porque fuera la luz de la luna les permitían bien verse entre ellos.
-          Están bien- le dijo el tipo que estaba ayudando con las curas, cuyo nombre no recordaba porque no le había visto mucho por el asentamiento, pero que sí le sonaba de haber estado curando heridos en Baluarte- Las pociones han curado sus heridas, ahora sólo tiene que descansar.
  Asintió medio atontado, mientras al lado de la grifo Asshai empezó a gemir y a debatirse. La esposa del tipo la tenía medio incorporada y estaba intentando darle una poción, pero por lo que fuera ella movía la cabeza de un lado a otro. Su marido fue a ayudarla, y le sujetó a la niña la cabeza para que no la moviera; pero el líquido se le derramaba por la barbilla y el cuello. Aún tenía los ojos cerrados.
-          ¿Qué hace?- decía la mujer.
-          Está cerrando la boca. Asshai... Asshai, estáte quieta...
-          Esperad, esperad- oyó decir a Gilderoy acercándose.
  El anciano hizo un gesto para que le dejaran a la niña y el bote de líquido. Y ante la atenta mirada de Phobos y los otros dos; tomó a la niña en uno de sus brazos.
-          Tranquila. No es nada malo. Huele.
  Le puso el bote bajo la nariz unos momentos. Cuando Phobos empezó a plantearse lo estúpido que era aquel gesto, la niña dejó de debatirse. Después el anciano le acercó el bote a los labios, pero no lo inclinó contra ellos. Asshai, aún con los ojos cerrados, sacó la lengua y lamió un instante el borde del cristal.
"Pero ¿qué demonios...?", pensó el muchacho.
  Tras un momento, la niña hizo ademán de acercarse al bote; y entonces fue cuando Gilderoy empezó a darle la poción curativa. Ella la bebió lenta y sumisamente.
-          ¿Qué...? ¿Cómo lo has hecho?- dijo el hombre.
-          Es una Hija de la Serpiente. Siempre huele y prueba todo lo que come y bebe en busca de venenos- explicó el anciano sin levantar la vista de la niña- Incluso sólo medio consciente, habrá rechazado algo extraño instintivamente.
-          Oh... Ya veo.
-          Yo me encargo de ella, atended a Runak si queréis- dijo el anciano- He examinado sus heridas, y no corre peligro, pero le vendrán bien un par de pociones también. Pronto iré a ayudaros con él.
-          Vale, aquí te dejo otra- dijo el hombre dejando otra poción a su lado; y se levantaron los dos para marcharse- ¿Tú seguro que estás bien?- dijo al pasar por el lado de Phobos.
-          Sí, sí. Sólo cansado- respondió, y se giró preocupado hacia el anciano. Gilderoy… Dante…
-          No era Dante- le dijo el anciano determinantemente.
-          ¿No?- dijo Phobos sorprendido.
  Gilderoy le negó con la cabeza con seguridad.
-          Pero él dijo...
-          Mintió. Ese no era Dante.
  Tras un momento, el chico asintió: Gilderoy parecía una de aquellas personas que sabían mucho de muchas cosas.
-          Ya están todos bien, Phobos; y dentro de la vigilancia de los guardias no los volverán a atacar. Duérmete.
  Confuso pero algo más tranquilo, el chico asintió, y se echó en el mismo suelo. Estaba tan cansado que se durmió casi enseguida.
 
 
  El viento susurraba entre las hojas de los árboles. Un zumbante sonido procedía de todas partes a su alrededor, le habían dicho que era algún tipo de insecto. Olía a plantas y a polvo y a calor.
  Se le hacía raro todo lo de aquel lugar, y aunque se iba acostumbrando, pasaba un incómodo calor durante el mediodía y las primeras horas de la tarde. Sin embargo tras un par de horas de duro entrenamiento, sentado a la sombra, y con su trozo de hielo sujeto sobre su muslo; Phobos tenía que admitir que se estaba muy bien.
  Aquel día casi todo el mundo con el que se había cruzado le había preguntado si estaba bien, y tanto a él como a los otros los habían liberado de ir a clase y de otras tareas que soliesen hacer. Aunque se encontrase bien, los guardias no le habían dejado entrenar con ellos. Así que, como tenía tiempo libre de sobra, había comenzado con un proyecto que llevaba días queriendo empezar.
  Mucha gente se estaba construyendo casas para no estar todos tan hacinados en el barracón, y él se había propuesto hacer lo mismo. Había pasado la mañana dando vueltas por el asentamiento, viendo si a alguien le sobraba algún material que le sirviera, y también había cogido cosas del bosque. Usando como pared principal los troncos de dos árboles que estaban bastante juntos, había montado una pequeña estructura con unos palos largos y unas telas que le hacían de tejado y de paredes laterales sueltas, que se mecían con la brisa. Tenía otra tela como suelo. Era algo parecido a las tiendas de pieles que los Guardianes de Marte montaban para pasar la noche en los lugares de clima más extremo; pero allí no tenía que preocuparse por que todo quedase sellado a riesgo de morir congelado durante la noche. La estructura le proporcionaba un pequeño rincón fresco y a resguardo del implacable sol del sur.
  Alzó la vista al oír un sonido… pausados golpes contra el suelo, “thud…thud…”. Un sonido que reconoció. Poco después le llegó el ruido de voces, voces que también conocía.
-          ¡Phobos!- oyó decir a una vocecita alegre.
  Alzó el brazo para saludar a Naussyca. Venía montada en el hombro de Runak, quien caminaba al lado de Gilderoy. Mientras se le acercaban, volvió a guardar su trozo de hielo en su bolsa de pieles.
-          Buenas- dijo afablemente Gilderoy.
-          ¿Qué hases aquí? ¡Oh! ¿Te has hecho un nido?- dijo la grifo mirando la estructura que lo rodeaba.
"¿Nido...?", pensó un instante.
-          Sí- dijo sonriendo al comprender- Al menos, he empezado. Aún tengo que mejorarlo un poco.
-          Bonito nido - dijo el anciano sin un ápice de burla mirando su tienda con las manos cogidas a la espalda, y preguntó educadamente- ¿Podemos sentarnos contigo, Phobos? El paseo ha podido un poco con mis viejas piernas, jeje. 
-          Claro, claro.
  Pudo hacerle un hueco a Naussyca en la tela que tenía como suelo, porque era pequeñita. Gilderoy y Runak se sentaron enfrente.
-          ¿Cómo estáis?- preguntó el muchacho a filo y grifo.
-          Bien- respondió Runak pausadamente- Recuperados.
-          Me alegro.
-          ¿Y tú?- preguntó la pequeña grifo.
-          Yo estoy bien. No me hizo daño.
-          Tú eres más fuerte- dijo la grifo mostrando tanto admiración hacia él como vergüenza por sí misma en una sonrisa culpable.
  Phobos sonrió.
-          Pero tú nos advertiste de todos los peligros antes de que llegasen a nosotros- replicó- Si no nos hubieras hecho callar, seguro que Asshai y yo habríamos discutido hasta tenerlos encima.
  La pequeña grifo sonrió mientras se sonrojaba y murmuraba algo ininteligible.
-          ¿Qué ocurre, Gilderoy?- preguntó Runak.
  Phobos miró al anciano, que miraba con expresión divertida hacia las copas de los árboles.
-          Nada- respondió, y dijo alzando un poco la voz- Si quieres, tú también puedes bajar.
-          ¿Eh?- inquirió Phobos.
  Miró a Gilderoy confuso un par de segundos... antes de que algo cayese de entre las ramas al suelo. La pequeña Asshai se levantó y se retiró algunas hojas de la ropa mientras andaba calmadamente hasta ellos y se sentaba junto a Gilderoy sin mirarles. Phobos se sorprendió, no la había oído en ningún momento; y también se enfadó un poco.
-          ¿Espiando?- le recriminó.
  Ella le dedicó una mirada vacía, como si él no tuviera nada que reprocharle, como si le diera igual por completo. Si se sentía molesta por haber sido descubierta, no lo mostró. Simplemente fue hasta donde estaban y se sentó en el suelo junto al lado de Gilderoy. Se mantuvo un instante tenso mientras Phobos miraba intensamente a Asshai y ésta hacía como que le ignoraba, hasta que Gilderoy se frotó las manos.
-          Va a empezar a refrescar- dijo el anciano- ¿Hacemos una hoguera?
-          Vale…- dijo Naussyca.
  Pero antes de que la pequeña se levantara, Gilderoy la detuvo con un gesto; y tras un movimiento de su mano…
  … una pequeña hoguera apareció en el centro del círculo en el que se sentaban.
-          ¡Whoa!
-          ¡Iii!
-          ¿Cómo has hecho eso?
-          Jeje- se rió el anciano deleitado- Un truquito que me sé.
-          Magia- dijo Asshai mirándole con media sonrisa.
  Phobos le miró, recordando la lanza de llamas que había lanzado contra el tipo sin rostro. El anciano le guiñó un ojo.
-          ¿Quién quiere comer algo?
  Y ante la atónita mirada de Phobos, el viejo Gilderoy empezó a sacar comida de los bolsillos interiores y exteriores de su túnica… Una ristra de trozos de carne rojiza unidos por una cuerda, otra, trozos de carne negra…
-          ¿De dónde sacas tantas cosas?- preguntó Naussyca, mientras se asomaba a mirar uno de los bolsillos exteriores de la túnica del anciano, pero sin ver nada.
-          Trucos, trucos, pequeña. Conseguidme unos palos para poner esto a asar, y algún madero para alimentar las llamas.  
  Instantes después todos tenían en la mano un palo con alguno de los trozos de carne ensartados en él y puesto sobre el fuego. La grasa caía sobre las llamas y las hacía chisporrotear, y además del rico olor que aquello empezaba a desprender, Phobos empezó a sentir una atmósfera tranquila y amigable que resultaba muy agradable.
-          Sabéis, habéis tenido mucha suerte- dijo suavemente el anciano- Ayer podían haberos matado a todos.
-          Ya- murmuró Asshai frunciendo el ceño.
-          ¿Qué hacíais fuera del asentamiento, sabiendo que habíamos puesto guardias porque había duelars por aquí?- dijo más en tono de pregunta que de reproche.
-          Tuve un sueño- dijo Phobos, aunque se corrigió enseguida- Runak y yo tuvimos un sueño. Vimos a una mujer que nos pedía ayuda y...
-          Gaia- dijo la grave voz de Runak.
  Gilderoy le miró de pronto, incertidumbre en su mirada.
-          ¿Cómo?
-          Dicen que soñaron con Gaia- dijo Asshai.
-          Era una señora vestida con un vestido blanco, con el pelo muy largo… y que daba…- Phobos miró a Runak inseguro- Sensación de madre. No sabría muy bien cómo explicarlo. Me miró muy triste y… dijo que teníamos que ayudarla, que Dante había vuelto.
  El anciano se le quedó mirando durante un largo momento con el ceño fruncido, su rostro entre confuso y preocupado, antes de volver a mirar las llamas en silencio unos instantes.
-          Estábamos yendo al sitio donde creíamos que estaría esa mujer- dijo Runak lentamente- cuando nos alcanzaron los duelars.
-          Visteis a Gaia aparecer en un sueño en un lugar concreto del bosque- repitió Gilderoy hacia Runak con tono que requería confirmación.
-          Así es. Sin embargo, he ido esta mañana a ese sitio, y no he encontrado nada.
-          Yo creo que lo de los duelars fue algún tipo de trampa- dijo Asshai, atrayendo los ojos del anciano- Aparecían por todas partes excepto por un sitio… y desaparecieron cuando llegamos con el tipo sin rostro. Nos hicieron ir a donde ellos querían.  
-          Pero para eso tendrían que saber que Gaia nos iba a llamar al bosque- replicó Phobos.
  Asshai se quedó pensativa unos instantes, antes de mirar hacia Gilderoy.
-          Gilderoy, ¿qué nos hizo el tipo sin rostro?
  Todos giraron la vista hacia el anciano, interesados e inquietos.
-          Supongo que alguno de vosotros ya sabrá que existen distintos tipos de magia- comenzó el anciano mirando a la niña.
-          Poco- admitió la Hija de la Serpiente.
-          Bueno, una forma leve de magia es la que poseéis vosotros como invocadores, que permite que los dioses oigan mejor sus rezos, y no se alejen de nuestro mundo. Más allá, existen siete escuelas de magia diferentes. Los Sanadores, por ejemplo, curan las heridas y enfermedades de otros. Los más poderosos se dice que pueden arrancar a los recién caídos de las garras de la mismísima muerte.
-          ¿De verdad?- preguntó Naussyca.  
-          ¿Después de muertos?- dijo Phobos atónito.
-          Veréis, se dice que cuanto más fuerte es el espíritu de una persona, más tiempo tarda en alejarse de su cuerpo. Si un Sanador trata con su magia el cuerpo de un caído y su espíritu aún está cerca, puede regresar a él.
-          Hala…- musitó la grifo, admirada.
-          Los Berseker son muy pocos, se encuentran sobre todo en Camino Blanco. Son guerreros que destinan su parte mágica a potenciar sus atributos físicos y su fuerza en el combate.
-          Cuando luchan son imparables- dijo Phobos con admiración en la voz y los ojos brillantes- ¡Pelean con la fuerza de diez Guerreros de Marte, quienes ya de por sí pelean con la fuerza de diez hombres del sur!
-          También son buenos para la pelea los Escudos- le dijo Gilderoy- Con su magia aumentan la defensa y la voluntad de sus compañeros, incluso pueden alzar muros protectores. Cuando no todos los combatientes son tan fuertes como los Guerreros de Marte, son mucho más útiles. Mantienen a sus compañeros en pie.
  Phobos se le quedó mirando pensativo unos instantes.
-          Otros poco comunes son los Cambiantes- explicó el anciano- Son los menos abundantes, pues es común entre las gentes dejar morir al bebé cuando nace. Los cambiantes son detectados nada más nacer, puesto que son masas deformes sin pelo, dedos ni ojos. Ante algo así, no es raro encontrar un foso cerca de las aldeas con lo que queda de ellos después de que les dejen morir.
-          Normal- dijo Asshai mientras Naussyca miraba a Gilderoy horrorizada.
-          Los que sobreviven y consiguen adquirir forma humana, pueden cambiar a voluntad copiando literalmente la apariencia de otros... pero el olor, la magia o los pensamientos no se modifican.
-          ¿Pueden transformarse en otras personas?- dijo Runak con su profunda voz.
-          Con los mejores, es imposible ver diferencias. También pueden transformarse en animales y bestias. Sanadores y Escudos están muy bien vistos entre la gente, puesto que curan a los enfermos, mejoran las cosechas y protegen las aldeas; los Cambiantes suelen dar poca confianza… y los Berseker directamente dan un poco de miedo- sentenció el anciano- Y luego vienen las tres escuelas peor vistas- les miró un instante- Ayer conocisteis dos de ellas.
  Todos le miraron intensamente.
-          Visteis cosas. Que os ahogabais. Que os atravesaban dedos o que os transformabais. Todo, alucinaciones. Eso se hizo con magia Psíquica… con la que se puede no sólo engañar los sentidos. Se puede entrar en la mente de otro, averiguar todos sus secretos y pensamientos… e incluso controlar sus acciones o alterar sus recuerdos. Ordenar que olviden determinadas cosas. Todo ello, sin siquiera necesidad de llegar a tocar al objetivo.
-          ¿Estuvieron… a punto de matarnos sin tocarnos?- dijo Asshai completamente atónita- ¿Solamente con el poder de una mente?
-          Los más poderosos pueden llegar a quebrar una mente, tanto que dejan el cuerpo vacío, y muere - asintió el anciano- O pueden simplemente ordenarte que dejes de respirar.
  Naussyca emitió un gemido de miedo, Phobos le rodeó sus pequeños hombros con el brazo. Mientras, Asshai parecía pensar intensamente.
-          Son por lo general figuras de rango alto en el ejército del Sanctum pues manejan la mente del resto de hombres a su voluntad. Nadie en todo el Imperio desea mirar demasiado rato a los ojos de un psíquico, pues nadie quiere que sus secretos sean desvelados...
-          Eso… eso es muy interesante- murmuró la Hija de la Serpiente para sí.  
-          Asshai, los cortes que tenías por todo el cuerpo se hicieron con Magia de Sangre. Los magos de Sangre son capaces de controlar los huesos, la carne, los músculos y la sangre de otras personas y criaturas; desgarrándolos, hinchándolos, rompiéndolos...
-          ¡Qui horror!- dijo Naussyca.
-          Eso puede hacerse también con las manos- dijo el filo.
-          Los magos de Sangre pueden hacerlo también a distancia, Runak. Pueden utilizar su propia sangre como arma… o la de sus enemigos. Pueden tomar la vitalidad de sus enemigos para reparar sus propias heridas.
  El filo se le quedó mirando con su rostro inexpresivo.
-          Y desde luego, también pueden hacer otras muchas cosas que algunos considerarían horribles. Durante la guerra los magos de Sangre fueron contratados como torturadores por ambos bandos... al finalizar el conflicto, el Sanctum decidió prohibirla y dio trece días para que los magos de Sangre se presentasen en los templos para abandonar su don. Aunque poderosos, no eran demasiado numerosos y temían la espada del Imperio, por ello todos y cada uno renunciaron a su don... o eso dice el Sanctum. Cuando un joven muestra poder sobre la sangre, es obligatorio denunciarle y darle a elegir, entre la renuncia o la muerte. Esta es la ley de los trece días. La práctica de esta magia está prohibida, y su uso sobre otro ser humano está penado con la muerte.
-          ¡Pues la usaron contra nosotros!- protestó Naussyca.
-          Encuéntrale y denúnciale- dijo Asshai con desdén, implicando en su tono de voz que aquello no sería nada fácil.
-          Falta una, ¿no?- dijo Phobos.
-          Sí… La Magia de Fulm, cuyo máximo representante fue Dante.
  Runak apretó los puños y las mandíbulas tan de repente que todos oyeron el crujir de su corteza; al mismo tiempo Gilderoy había alzado una mano tranquilizadora hacia él. Tras aquel instante de intensidad, el filo pareció relajarse un poco, aunque respiraba agitadamente.
-          Hay que ver- musitó Asshai.
-          La magia Fulmar no realiza heridas, ni las cura, no cambia el propio cuerpo ni tiene como objetivo la mente; y sin embargo, es una de las más temidas… pues no daña los ojos, pero puede cegarlos. Puede reducir la magia de un mago enemigo o anular los efectos beneficiosos de sus hechizos en sus compañeros. Puede envenenar sin necesidad de veneno, puede aterrar sin tener que entrar en la mente de otro. Los más peligrosos son capaces de transformar a sus objetivos en piedra, o directamente matarlos a voluntad.
-          ¿Matarlos? ¿Cómo?- preguntó la Hija de la Serpiente, atenta al tono de voz especial que Gilderoy había dado a aquella palabra.
-          Sin heridas, sin venenos, sin quebrar la mente ni los huesos. Se dice que los marcan para que la muerte se los lleve… y ésta lo hace.
  Asshai alzó las cejas sorprendida mientras Phobos ladeaba la cabeza confuso.
-          Tras la guerra contra el Fulm de Dante, un hechicero que practique la escuela del caído nunca será bien acogido en la mayoría de los lugares. De hecho, Salvo los invocadores, los Sanadores y los Escudos, el resto de magos tienen negada la entrada a Corazón de las Aguas, capital del Imperio.
-          Hay magia mui horrible…- musitó Naussyca, desagradada.
-          Realmente, Naussyca; en general no hay magias buenas ni malas… La magia psíquica puede ordenar a alguien morirse, o ayudarle a olvidar algo horrible que le hace daño. Incluso la magia de Sanador puede dañar.  Son herramientas: depende de para qué se usen.
-          Así que nos atacó a todos con magia Psíquica y a mí, además, con magia de sangre- murmuró Asshai- ¿Por qué?
-          No lo sé. Quizá vio algo en tu mente que no le gustó y prefirió atacarte también por otra vía.
-          Pero ¿qué quería?- dijo Phobos.
-          No lo sé. Pero os aseguro que se le ha buscado por todas partes, y que las guardias están más reforzadas que nunca. No volverá a atacaros.
  Runak asintió. Phobos sacó su trozo de carne del fuego, y creyendo que estaba hecho, le sopló un poco y le dio un bocado.
-          ¡Hum! ¡Está bueno! Parece foca, pero más picante. ¿Qué es?
-          Chorizo- respondió el anciano sonriente- Y lo negro es morcilla.
-          ¿Foca?- inquirió Naussyca- ¿Qué es eso?
-           ¿Coméis foca?- preguntó Asshai con un deje de disgusto.
-          Es algo que se come en mi casa en los días de fiesta- dijo el joven a la grifo, y añadió desafiantemente hacia Asshai- Y está muy bueno.
-          ¿Tú qué comías en los días de fiesta, Asshai?
-          No hay días de fiesta en Hija de la Serpiente- respondió ella secamente- Sólo entrenamiento, gente que sale de misión, y gente que vuelve, o no, de ellas.
-          ¿Misión?
-          De matar gente- dijo Phobos.
-          Exactamente- respondió Asshai con media sonrisa inquietante.
-          ¿Matare… gente?- preguntó Naussyca parpadeando confusa.
-          Los Hijos de la Serpiente son asesinos del Imperio- dijo lentamente el filo.
-          Tú… ¿has matado gente, Asshai?- preguntó la grifo.
-          Veinticuatro. ¿Veinticinco?- dijo como insegura, recordando- Veinticinco- corrigió asintiendo, más segura.
-          El Hijo de la Serpiente más famoso, Nintos, desveló que había envenenado al rey de Friedritch por orgulloso y se lo cargaron en la plaza- se mofó el Guerrero de Marte.
-          Lo conocí- dijo Asshai pensativa- Le recuerdo algo chulo, pero nunca hablé mucho con él. No me importó su muerte.
-          Oh…- musitó la grifo, obviamente no contenta con su respuesta- Eh… ¿cómo era tu casa, Runak?
-          No recuerdo nada- dijo quedamente el filo.
  Se hizo un incómodo silencio, Naussyca parecía no saber a quién preguntar.
-          Di, Phobos… ¿cómo se vive en Camino Blanco?- preguntó Gilderoy.
-          Hum… pues hay mucho hielo, y muchos enemigos. Mi pueblo vive delante de las ruinas de la torre de Shiva, y allí desde el mar vuelven los cuerpos de los ahogados a la vida y vienen a luchar.
-          ¿Muertos que vuelven a la vida?- preguntó Asshai.
-          Sí. Blancos y a cachos.
-          Oh- musitó la Hija de la Serpiente, súbitamente interesada.
-          ¿Y no os da miedo?- dijo la grifo, encogida.
-          No, para nada. Somos bravos guerreros, todos. Nuestras familias son muy grandes, se tienen muchos hijos y muchos hermanos, y todos peleamos juntos; y cuando no peleamos cantamos y hacemos grandes comilonas y grandes fiestas. Me hicieron una gran fiesta cuando me marché para ser invocador- dijo recordando con una sonrisa.
-          Qué bonito- dijo Naussyca sonriendo, sentándose más cerca de él.
  Gilderoy les miró sonriendo mientras se levantaba.
-          Voy a ir regresando al asentamiento, chicos, pero podéis quedaros aquí. Eso sí, no más allá de que anochezca.
-          Vale- dijo Naussyca.
  Y el anciano les dejó mientras todos escuchaban al Guerrero de Marte hablar de su hogar hecho de hielo, al tiempo que comían chorizos y la hoguera les calentaba.

4 comentarios:

  1. Mmmm, info acerca del mundo, por fin le ponemos rostro al malo de la partida (aunque en realidad no: ¡chiiiistaco!) ... ¡y la revelación de un pnj mentor que es más de lo que parece! ¿No hay magia para gobernar los elementos, en plan lanzar bolas de fuego o rayos y truenos? Joooo =(

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    1. Jajajajaja lol xD
      Solo te recuerdo una cosa... Gilderoy ha hablado de determinadas escuelas... Pero todos le hemos visto encendiendo una hoguera y lanzando llamas...
      Aaaah... Ya veras, ya... Que el árbol gigante está a punto de sorprendernos a todos :P

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    2. Sí, ya lo comentó Luis el otro día cuando hablábamos de lo que ya estaba escrito: "No fui yo el de aquella bola de fuego", y ya dije yo que lo de la combinación árbol-fuego... uy.

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    3. No, no, arbol-fuego no... Tu ya veras :)

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