Acceso: ShadowFire. Nota 104.
Tras minutos de
gatear en la oscuridad, giramos un recodo y aparece al fin la luz. Me tumbo y repto
hasta el final del túnel: si hay alguien, prefiero verlo yo antes que él a mí.
Elsa también, le hago un hueco, y nos asomamos poco a poco al borde.
Aun algo
deslumbrada, veo una sala enorme. Más grande que la sala de contención, con el
tamaño de una plaza de Metrópolis. Con los mismos paneles metálicos cubriendo las
paredes y los mismos enormes tubos y luces amarillas que el resto de la nave. Pero
es circular, y en su centro hay una especie de depresión como de unos diez
metros de diámetro, donde hay una montaña de… ¿escombros?
Por mucho que mire,
no parece haber nadie. Salgo con cuidado del túnel… del tubo de transporte de
materiales, por el que nos ha guiado Oráculo para evitar los pasillos
principales; y me quedo mirando con Elsa la montaña de escombros, fascinadas
las dos. No entiendo qué hace esto dentro de una nave alienígena… Tiene como
dos pisos de alto, e incluye trozos de fachada con ventanas y todo, pedazos de
asfalto en los que Elsa y yo podríamos tumbarnos y sobrar sitio, enormes bloques
de tierra cubiertos de hierba arrancados como de un mordisco que alguien le
hubiera pegado al suelo…
-
¿Eso es una farola?- susurra Elsa.
-
…lo parece…
Me acerco
lentamente. Hay una condenada farola tirada en un lateral, con la luz rota y
cables de colores saliendo de su base. Como si la hubieran arrancado de la
calle, tal cual. Me paro al borde de la depresión y miro en derredor; mi vista
encuentra un buzón amarillo, medio coche… Medio coche. La mitad trasera,
concretamente. Nunca había visto un coche partido por la mitad. ¿Qué demonios
lo ha cortado tan limpiamente?
<¡Bien hecho,
chicas!>, oímos a Oráculo por la megafonía.
Elsa me sonríe, como
si hubiéramos conseguido cargarnos a otra patrulla.
<Estáis en una zona
de recogida>, dice Oráculo, <El
cañón del centro del techo teletransporta aquí materiales, entre ellos personas,
del exterior. Así es como os trajeron. Una vez dentro, se hace una selección de
lo que es útil y lo demás es desintegrado. Ahora mismo está apagada, ya que la
nave está un poco ocupada para realizar abducciones en estos momentos >
Al mirar al techo
veo una especie de tubo gigantesco, del mismo tamaño que la depresión, pero
acaba en un cristal oscuro. Se ve que no está encendido.
Joder, claro. Todo
esto es lo que capta aquella luz amarilla… Se lo lleva todo: suelo, edificios,
coches, personas… Y luego los robots se quedan con lo que les interesa…
-
¿Ocupada?- pregunta Elsa, sacándome de mi
descubrimiento.
<No creeréis que
soy el único miembro de la Liga de la Justicia luchando contra Brainiac,
¿verdad? El interior de la nave está casi vacío porque fuera hay varios
escuadrones luchando. También están intentando sacaros desde fuera>
Oh, ¡genial! Miro a
Elsa con energías renovadas. Claro que no iban a dejarnos tiradas. Están ahí
fuera, peleando por sacarnos.
<Pero creo que yo
podría conseguirlo antes: esta zona está especializada en el transporte desde
el exterior, por lo que por definición tiene que tener unos escudos más
reducidos. Id al centro de la montaña de escombros: voy a sacaros de aquí>
Alzo la cabeza
sorprendida. Pensaba que íbamos a recorrer la nave entera, que íbamos a
pegarnos con más robots… Por una décima de segundo, me siento decepcionada…
Pero, ¡qué demonios! ¡Vamos a salir!
Miro a Elsa con
anticipación, y sin perder un segundo, trepamos hasta el centro. Elsa parece
entusiasmada, y yo la verdad… la verdad es que me alegro de poder escapar de
este sitio de una vez…
<Vaya... Lo siento, chicas. No funciona>
…o no.
-
¿Qué?- dice Elsa, consternada.
<No funciona, no
puedo teletransportaros desde ahí. Pero tranquilas, no pienso rendirme. Habrá
que buscar otra zona. Esperad un momento…>
Sentimientos
encontrados. Me decepciona no poder salir. Me consuela pensar que aún podré
hacer pagar a algún robot el que nos hayan abducido. Elsa parece abatida.
-
Eh. Vamos a salir de aquí- le recuerdo decidida- Vamos
a encontrar otro sitio por donde salir y vamos a cargarnos a los robots que
intenten impedírnoslo. O vamos a resistir hasta que la Liga llegue hasta
nosotras.
<Eso es>,
dice Oráculo.
Elsa me mira, y tras
respirar hondo asiente.
-
Claro. Los achicharraremos, o los aplastaremos otra
vez- sonríe.
-
Exacto- digo- O les pegarás con la barra.
-
Eso.
Después de lo que
hemos logrado antes, ya no me asusta tanto encontrarme con robots. Si se interponen
en mi camino, acabaré con ellos.
<Me alegra veros
con ganas. Mantenedlas, chicas: para
seguir avanzando, tenéis que cruzaros con una patrulla>
Elsa me mira
insegura. Asiento con fuerza.
<Pero podéis con
ella. Es más pequeña que la anterior>, añade Oráculo.
Antes de llegar a
bajar la montaña de escombros, mis ojos se topan con una especie de barra de
metal; más fina que la palanca que lleva Elsa, pero de aspecto resistente de
todas formas. Tras un instante de duda, me acerco a cogerla: igual la derrito, yo
qué sé… pero me sigo sintiendo mejor con un arma. Y así no me iré dejando las
manos contra todo. Siempre estoy a tiempo de tirarla, supongo…
La cojo con la mano
derecha, y alzo la izquierda frente a mi rostro; pensando en aquel calor,
aquella fuerza, recordando las furiosas llamas y todo su poder; y el fuego envuelve
mi puño, sobrecogiéndome un instante.
Miro a Elsa decidida;
ésta traga saliva y asiente.
-
Estamos listas. ¿Dónde?
<El pasillo de la
derecha. Son seis. Os detectarán antes de vosotras les veáis. He desactivado
las comunicaciones para que no puedan dar la alarma >
Bajamos de la
montaña de escombros, en dirección al pasillo.
<Escuchadme: no os
confiéis, pero no os rindáis. Sólo podéis salir de aquí venciendo a lo que os
intente detener. No paréis de luchar. Intentaré ayudaros todo lo que pueda.
Suerte>
Tú le sujetas y yo
le pego. Nunca pensé que usaría esta expresión, pero la verdad es que el método
es una auténtica maravilla.
Los robots protestan
entre pitidos ante las ramas de Elsa que los apresan, pero sólo hasta que llego
hasta ellos para abollarles la cabeza a golpes. Entonces, se callan.
La verdad es que,
habiendo tenido unos momentos para prepararnos mentalmente y acordar un par de
detalles, nos hemos apañado muy bien. Oráculo nos ha dicho que los circuitos
principales, sin los cuales los robots no pueden seguir funcionando, están en
su torso superior y su cabeza. Y como la cabeza es mucho más accesible, ahí es
a donde va la barra de metal una y otra vez. Que por el momento no parece
derretirse.
Quedan dos.
Otra vez, las ramas
van a por un robot; y otra vez, espero a que lo atrapen: después, sólo tendré
que pegarle sin parar. Pero se zafa de las que van a por sus piernas y se
dirige hacia Elsa; voy tras él. Una rama se enrolla en torno a sus ojos,
cegándole: mi puño izquierdo, envuelto en llamas, se estrella contra su cabeza.
La rama prende al golpearle, pero yo no dejo de golpear hasta que al fin: oigo
ese “chiuun” que ya para mí significa victoria.
Me giro, sé que
queda otro. El corazón me late a mil por hora, estoy inundada de adrenalina. Lo
veo: corre hacia mí.
Mi latir se dobla cuando
afianzo las piernas en el suelo, lista para recibirle.
El choque es
inminente.
Aguanto la
respiración...
... y alzo la barra
sobre mi cabeza con un grito salvaje.
Al impactar, todo
explota.
El fuego se vuelve
completamente loco a mi alrededor, y durante menos de un segundo pierdo de
vista todo lo que me rodea, envuelta en llamas. Me quedo quieta, muy quieta; el
fuego se ha disipado, y tengo el control de nuevo.
El suelo está
ennegrecido, y la caja torácica del robot destrozada: las placas que la cubrían
han sido arrancadas de cuajo. Por dentro se ve la miríada de cables y placas
metálicas que lo conforman, ahora humeantes y derretidos en los extremos,
retorcidos y negros. Aunque el robot sigue de pie, no se mueve; salvo por una
mano que aún tiene extendida hacia mí y que se mueve arriba y abajo, como fruto
de un tick nervioso.
“¡... Joder! ¿Lo he hecho yo?”
Por si acaso, lo
empujo con la barra: parece que no se mueve. Al empujarlo más, se cae al suelo.
Pues bien. Me giro… no quedan más enemigos. Bien. Busco a Elsa con la mirada… y
la veo apoyándose en la pared para levantarse.
“Mierda”
-
Dios mío, ¿estás bien? ¡Lo siento!
Corro hacia ella,
mientras un horrible puñetazo de culpabilidad me atenaza el estómago.
-
Sí, sí... No me has dado. Bueno, sí; un susto de
muerte, pero nada más.
-
¿Seguro que estás bien?
-
Sí. ¿Qué has hecho?
-
No lo sé- respondo sinceramente.
Sonríe mientras mira
a nuestro alrededor, al caos de cables y trozos de robot que nos rodea.
-
¡No se
nos da mal!- dice, radiante.
-
No- accedo sonriendo.
<¡Vaya! Mis
lecturas indican que se ha concentrado una masa de aire caliente, y que después
una gran cantidad de energía se ha liberado. O traducido, una explosión. ¿Kara?>
-
Sí, he sido yo.
<Uf. ¿Todo
bien?>
-
Sí, no ha pasado nada.
<Tenéis que tener
cuidado. Habéis recibido de pronto unos poderes que no os son...>
Se hace el silencio
de pronto. Alzamos la vista confusas, pero Oráculo vuelve enseguida.
<¡No bajéis la
guardia! Detecto algo... En realidad, no detecto nada. Hay un “vacío” en mis
lecturas, algo que anula totalmente las señales que recibo; y ese “vacío” se
está acercando a vosotras. Por el pasillo contrario a por el cual habéis
entrado. No sé lo que es. ¡Preparaos! Voy a intentar crearos una vía de escape
por si acaso>
Nos miramos
sujetando nuestras armas, si bien Elsa no ha utilizado mucho la suya. Me
adelanto a ella para quedar delante, mientras empezamos a oír “tzing-tzing,
tzing-tzing” por el pasillo, acercándose…
Una máquina de
aspecto arácnido aparece, con una zona central redondeada y seis largas patas
articuladas saliendo de ella. Tiene dos rendijas brillantes que parecen ojos,
lo que la hace parecer una cabeza con patas. Por encima, en la “frente”, un
símbolo de tres círculos dispuestos en triángulo, unidos entre sí por una
línea; símbolo que ya he visto en otros robots y en algunas zonas de la nave.
Se para a la entrada de la sala, fijando los cristales rojo brillante que le sirven
de ojos en nosotras; quizá realizando algún tipo de escáner.
-
Alerta. Intrusos.
Alerta. Intrusos.
Y en tres saltos
llega hasta nosotras.
Antes de que pueda
reaccionar, Elsa lanza semillas al suelo y extiende las manos: al mismo tiempo
que la criatura se alza sobre sus patas traseras y nos lanza las delanteras,
una pared de ramas se alza ante nosotras. Retrocedo mientras las patas se
anclan en la red de ramas, y comienzan a debatirse.
Elsa corre en una
dirección, yo en la otra: rodeo la pared de ramas para atacarle por el lateral.
Pero de pronto, sacude violentamente las patas hasta romper las ramas, y
liberarse. Elsa lanza una exclamación.
-
¡Es más fuerte!
<¿Qué es? ¡Necesito
saber qué es!>
-
E-es un bicho, un...- balbucea Elsa.
Alza las manos hacia
las ramas destruidas, que se regeneran y van en busca de las extremidades de la
máquina. Veo atónita cómo por primera vez, las plantas apresan las seis patas del
bicho, pero éste consigue romperlas; aunque definitivamente lo está
enlenteciendo. Yo dudo; con tanta pata, ¿por dónde ataco? Intento rodearle para
pegarle por detrás.
-
¡Es una especie de cabeza con patas, con seis patas…!-
exclamo.
<¡Un Overseer!>,
entiende Oráculo, <¡Voy a buscar sus
planos!>
Por detrás, su
carcasa parece hecha de cristal, y se ven miríadas de cables formar su
“cerebro”. Llego hasta él y con un rugido golpeo con la barra: lo que
obviamente no es cristal porque no se ha roto en mil pedazos, se resquebraja un
poco pero no cede. El bicho se zafa una vez más de las ramas de Elsa y se gira,
y antes de que pueda retroceder, una de sus patas se abalanza sobre mí.
-
¡Kara!
El golpe en la cara
es terrible. De pronto estoy en el suelo, aturdida, con la frente doliéndome a
horrores. Me doy cuenta enseguida de que estoy indefensa, e intento incorporarme;
consigo fijar la vista para ver al bicho pitando furiosamente ante ramas que le
impiden avanzar, mientras tras él Elsa extiende los brazos hacia él y gruñe con
expresión furiosa y tensa.
Ruedo para alejarme
y me levanto. He perdido la barra. Da igual. Convoco fuego a los dos puños y
cargo: tenemos que vencerlo. Tenemos que acabar con él para salir de aquí, no
puedo rendirme.
El robot parece
darse cuenta de que la fuente de las ramas es Elsa, porque antes de que pueda
llegar hasta él, echa a correr hacia ella. Elsa emite una exclamación y coge la
palanca que había dejado a su lado, interponiendo su arma entre ella y el
Overseer; las plantas se mueven de pronto más despacio.
Lanzo un rugido para
llamar la atención del bicho y lo golpeo por detrás con los puños envueltos en
furiosas llamas. El bicho pita, y empieza a girarse; corro para seguir quedando
detrás y voy lanzando puñetazos. Nada.
<¡Deprisa, se está
cargando de energía!>
-
¡¡No... funciona!!- gruño mientras golpeo.
<¡Su cubierta superior
está reforzada, no conseguiréis romperla!>
-
¡Haberlo dicho ant...! ¡¡Waaahh!!
De pronto estoy en
el suelo otra vez. ¿Qué ha sido eso? Una especie de fuerza me ha impulsado
violentamente hacia atrás, dejándome dos metros más lejos. Cuando alzo la cabeza,
veo a la criatura girada hacia mí.
El corazón me late
violentamente al ver cómo la placa rojiza de su frente brilla…
Algo me agarra de la
muñeca y tira de mí, arrastrándome.
¡Un rayo! ¡Un jodido
rayo rojizo ha salido de su frente y se ha estrellado contra el suelo, dejando
un círculo negro y humeante!
Cuando entiendo que
lo que me acaba de salvar ha sido una de las ramas de Elsa, ésta ya me ha
soltado y va a reunirse con otras que se enredan en las patas del Overseer. Me
levanto aturdida y miro a Elsa, que jadea
al otro lado de la habitación. Yo también estoy cansada…
“Joder, joder, joder”, pienso angustiada, ¿vamos a poder con
este engendro?
-
Oráculo, ¡dinos algo!- suplico sin saber qué hacer.
<Su procesador está
en la parte inferior, entre las patas, es una caja negra metálica y rectangular.
Si se lo rompéis o lo arrancáis, dejará de funcionar>
¿Entre las patas?
Puf...
Hay que seguir. Hay
que vencerlo para salir de aquí. Respiro hondo…
-
¡Elsa! ¡Concéntrate en inmovilizar las patas de su
derecha! ¡Sólo las de la derecha, que no se muevan!- digo, y cuando asiente
corro hacia ese lateral.
Las ramas del
lateral izquierdo vuelan al derecho: se dejan de ver partes metálicas, los
engranajes de la máquina gimen lastimeramente; y yo como una maldita cafre me
tiro al suelo y me cuelo por un hueco.
-
¡Kara!
De rodillas miro
hacia arriba, el bicho se mueve, y le veo las tripas… En la semioscuridad veo
planchas de metal de colores, cables, tubos… Una caja negra. Aumento el fuego
de mis puños, más, ¡más!; y empiezo a lanzar puñetazos.
Pi-pi-pi-pi-pi.
-
Peligro. Peligro.
El Overseer empieza
a agitarse violentamente, Elsa lanza una exclamación...
Crrrac,
Las ramas se han roto.
De pronto el bicho
se mueve, y con el temor de ser aplastada por las patas metálicas como única
preocupación, me agarro a un metal que sobresale del cuerpo del Overseer y dejo
que me vaya arrastrando al moverse. ¿Qué ha pasado, por qué se han roto, y por
qué no vuelven a detenerlo? ¿Le ha pasado algo a Elsa?
¡Tengo que romper el procesador! Me agarro con la izquierda y golpeo con la derecha, mientras me arrastra
y me encojo para que las patas no me pisen. Maldita sea, ¡es muy resistente!
Aunque yo tampoco estoy golpeando muy bien ahora mismo.
De pronto se para, y
mientras las demás mantienen el equilibrio, una pata de cada lado se dobla
hacia dentro. ¡Hacia mí! ¡Empiezan a golpearme! Me encojo, me cubro la cara con
un brazo, sin atreverme a soltarme, no se vaya a volver a mover. Joder, ¡qué
mala idea ha sido meterme aquí! ¡Tengo que salir! Pero ya no hay hueco para
salir, y si me suelto, las patas me pasarán por encima y me aplastarían.
-
¡¡Elsa!!- grito pidiendo ayuda, sin saber qué hacer.
Un golpe contra mi cara.
Otro en las costillas. Intento agarrar el procesador con una mano ardiente,
pretendiendo derretirlo; pero no se funde tan bien como los robots de antes, y
un golpe en mi estómago me hace soltarla para llevarme la mano al abdomen.
-
¡Eh! Maldito bicho, ¡toma! ¡¡Y toma! !
Oigo golpes, y la
voz de Elsa más cerca. ¿Está golpeando con la barra de metal? Las patas que la
criatura doblaba hacia dentro vuelven afuera, oigo a Elsa soltar un gritito.
Es mi oportunidad,
pienso golpeando de nuevo. Si mientras Elsa lo distrae rompo…
<¡Cuidado, está
cargando un electroshock! ¡Alejaos de su cuerpo, deprisa!>
“Mierda”
Notó el metal
calentarse, cargándose de energía.
¿Qué hago? ¿Puedo
hacer algo? ¡Dios! ¡Si pudiera quitármelo de encima…!
… no pierdo nada
intentándolo.
-
¡¡Elsa, apártate!!- grito.
Cierro los ojos, pienso
en aquel robot corriendo hacia mí, aguanto la respiración...
¡¡BLAM!!
¡Aire! Boqueo
desesperadamente, sintiéndome ahogada. ¡Esta explosión ha sido mucho más grande
que la anterior! Probablemente debido al miedo. Me ha dejado sin aliento y
mareada.
Me fuerzo a
incorporarme. El Overseer… ¡está panza arriba a mi lado! Huele a cables
quemados y han saltado trozos de metal en todas direcciones. ¡Lo conseguí! Pero
empieza a mover las patas para intentar ponerse de pie otra vez.
Reacciono
levantándome a toda prisa y corriendo hacia él. Elsa, que parece haber
conseguido alejarse, corre conmigo. Veo la caja, la maldita caja negra,
abollada y medio derretida pero conectada.
El bicho pita y
mueve las patas desesperadamente.
Elsa mete su palanca
entre el procesador y el resto del cuerpo del robot.
Ambas cogemos el
arma a manotazos desesperados, y por primera vez en bastante tiempo la palanca realiza
a su antigua función.
Los cables conectan
el procesador al resto del robot se rompen con una lluvia de chispas. Las patas
dejan de moverse y caen inertes al suelo. Por si acaso, lo arranco del todo y
lo lanzo al otro lado de la habitación. Lejos. Como si temiera que lo recogiera
y volviera a ponérselo. Retrocedemos.
Nos quedamos mirando
al robot jadeantes, en guardia. Temiendo que vuelva a levantarse. Dos segundos.
No ocurre nada. Cinco segundos. Diez. No se mueve. Elsa gime de alivio y se deja
caer de rodillas al suelo, jadeando.
Apoyo las manos en
las rodillas, agotada, respirando agitadamente. Me duele todo, y me tiembla todo el cuerpo. Pero estamos vivas, y el bicho desconectado. Miro a Elsa, que está sentada
en el suelo enjugándose el sudor.
- ¿Estás bien?- me pregunta preocupada.
- Sí. ¿Tú?
- También.
- No se nos da mal- digo sonriendo y tendiéndole una mano para que se levante.
- ¿Estás bien?- me pregunta preocupada.
- Sí. ¿Tú?
- También.
- No se nos da mal- digo sonriendo y tendiéndole una mano para que se levante.
Elsa sonríe y
finalmente se echa a reír.
- Nada mal- accede, chocando la mano que le tendía.
- Nada mal- accede, chocando la mano que le tendía.
Y se tumba en el
suelo. Me río, y me siento también.
<Muy bien, chicas... Os habéis
ganado un descanso>
Ya te dije lo épico que me pareció ver descrito el primer ataque de inmolación que se consigue ^^ La pelea contra el Overseer ha estado muy bien, después de que fueran de sobradas ya con los robots de los pasillos aparece este y no le hacen casi nada. Menos mal que Kara está un poco loca y se tira de cabeza a por él xDD
ResponderEliminarTengo ganas de ver los siguientes capítulos, sobretodo porque llegamos a lo que no me conozco aun jajaja, así que a ver si ahora que estás más inspirada cae algún capitulillo más :D
Así que mucho ánimo y sigue con ello que va muy bien la historia! ^^
Genial, simplemente alucinante como casi todo lo que haces ^^ No hace falta decir que sigas así y que solo puedes mejorar. Muchos ánimos y sigue adelante con esta hermosa empresa.
ResponderEliminarFirmado con amor: Selay